“Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá, con asombro, que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema”. Alejo Carpentier.

miércoles, 11 de mayo de 2011

GANADOR (F). Seudónimo: MAYA. Autor: ÁFRICA PARDAVILA

COPOS DE NIEVE







- Deja de cantar Julie.


– Perdón.- Susurró Julie mientras abrazaba con aun más fuerza sus rodillas. Llevaba en esa posición durante una hora larga, no se había movido ni un milímetro, sentía los miembros entumecidos y agarrotados, pero aun así se veía incapaz de relajar la postura. Jack seguía cavando, ya no debía de quedarle mucho.


– No...-Jack paró de cavar unos segundos para alzar la vista hasta su pálida hermanita pequeña, a la cual a penas sacaba dos años y pico.- Perdona Julie, canta lo que te apetezca, menos esa canción, ¿de acuerdo? Es demasiado triste.


– Ya no quiero cantar, se me han ido las ganas.- respondió secamente.


– Bien.-Jack asintió, bajó la vista lentamente y siguió con su tarea, el agujero ya tenía casi un metro de profundidad por casi dos de largo y un poco menos de uno de ancho, pronto estaría listo.


– ¿Te falta mucho Jack? No me gusta este sitio...-Julie miró de reojo a la estepa nevada donde se encontraban, a unos treinta metros y rodeándoles por completo comenzaba el espeso bosque de pinos por el el que habían llegado. Un ráfaga de viento llegó azotando sus ramas y provocando el inicio de una nueva tiritona en la diminuta Julie. Jack volvió a levantar la cabeza.


– ¡Ya acabo! - Tiró la pala con la que había estado cavando por encima del agujero y luego se impulsó por uno de los bordes hasta conseguir salir. Una vez fuera del hoyo que le protegía del viento el frío se hizo mucho más intenso. - Me tenías que haber dicho lo congelada que estabas- Jack se acercó a Julie y le frotó los brazos en un intento de calentarla, luego giró la cabeza pesadamente para mirar a un bulto cubierto por la nieve, amorfo y sin vida, el cual se encontraba inmóvil a escasos dos metros de distancia y al que había estado intentando evitar durante todo aquel tiempo.- Espera aquí.- Dejó a la pequeña Julie acurrucada en el borde del hoyo y se acercó corriendo hasta el bulto. Procurando mirar lo menos posible quitó la nieve que se había ido amontonando encima, para después, con los dedos temblando, desabrochar botón a botón el pesado abrigo de armiño que abrigaba ya inútilmente el cuerpo sin vida de lo que una vez fue una persona. Una vez finalizada la tarea y con el pesado abrigo en la mano regresó corriendo junto a su hermana.-Toma, póntelo.


– ¡No quiero!-Julie le miró horrorizada.


– Julie...-Jack suspiró y le puso el abrigo por encima, luego la abrazó con fuerza para impedir que su constante tiritona lo hiciera resbalar.


– ¡No! ¡No quiero! ¡Jack! ¡No quiero!-Julie empezó a revolverse dentro del abrigo, Jack la abrazó más fuerte.


– Ya no le sirve para nada, y a nosotros sí, ¿o es que no tienes frío?


– Yo...-Julie le miró- La sangre...


– Lo sé. Pero tienes que quedártelo ¿De acuerdo?-Julie asintió secamente como única respuesta.-Ahora voy a regresar junto... -Jack tragó saliva- a ella, y cogeré su gorro, guantes, y todo lo que nos pueda ser útil, y tú no te quitarás el abrigo, ¿bien?-Julie volvió a asentir.


– Jack...


– ¿Si?


– ¿Esto está bien?


– Claro -Jack evitó mirar directamente a su hermana a los ojos, le revolvió el pelo cariñosamente y se levantó para dirigirse otra vez hacia el cadáver, el cual se encontraba parcialmente cubierto de nieve otra vez. Una vez a su altura procedió de la manera más impersonal posible a hurgar entre sus pertenencias, cogió todas las prendas de abrigo, se paró unos instantes preguntándose si darle los guantes a Julie o quedárselos él, decidió lo segundo, Julie cabía prácticamente entera dentro del abrigo, e incluso le arrastraba, a él le hacían más falta después de haberse dejado las manos cavando. Se puso los guantes y se guardó en un bolsillo interior de la chaqueta el dinero que había encontrado.


– ¿Jack?


– Ya voy, ¿no te habrás quitado el abrigo no? -Jack sonrió suavemente, quería calmar a Julie.


– No... Jack... perros.-Julie miraba fijamente a un punto perdido en la distancia. Siempre había tenido una vista mucho más aguda que la mayoría de la gente, Jack no necesitó mirar para saber que no se equivocaba, y como confirmación, a los pocos segundos empezó a oír el sonido de sus pisadas y algún ladrido, afortunadamente aún lejos.


– ¡Julie ayúdame!-Su hermana se le quedó mirando perpleja durante unos segundos, luego de golpe pareció salir de su aturdimiento y se levantó medio a trompicones para correr en su dirección. -¡Tenemos que enterrarla rápido!-Julie asintió. Juntos empujaron el cuerpo hoyo abajo, hasta que finalmente oyeron el golpe seco que producía contra el fondo. Julie empezó a echar la tierra que Jack había estado amontando al principio en un borde, Jack la miró sorprendido unos instantes y luego corrió a coger la pala y ayudarla.


– ¡Llegarán antes! ¡No nos dará tiempo Jack!-Julie seguía echando tierra al hoyo mientras una diminuta lagrima corría por su mejilla. Jack se dio cuenta de que era cierto, dejó la pala a un lado y comenzó a empujar el montón de tierra con su propio cuerpo, le repugnaba tener que realizar el entierro de aquella forma, pero era eso o dejarla a la intemperie. Julie no tardó mucho en imitarlo.


– Lo siento mucho Julie, lo siento...


– No es tu culpa.-Finalmente consiguieron empujar toda la tierra dentro del hoyo dejando el cuerpo totalmente cubierto. Manchados de polvo se pusieron a pisar la zona para compactar la tierra.


– Tenemos que irnos.- Susurró Jack una vez hubieron acabado, Julie cogió su mano.


– Espera. -Se acercó sin soltar a su hermano a la tumba y puso su manita sobre ella, la nieve la cubriría pronto.- ¿Qué vamos a hacer Jack?


– No lo sé.-Jack comenzó a temblar, se tapó la cara con la mano libre para que Julie no lo viese.


– Pero estaremos juntos ¿cierto?


– Siempre.-Jack la miró, dándose cuenta de que su hermanita de diez años estaba ahora más calmada que él.-Te lo prometo.


– Entonces estará bien.-Julie le sonrió.


– Julie.-Jack se agachó para estar a su altura.-Haré lo que haga falta para que estés a salvo. -Miró la tumba, ahora directamente y con seriedad.-Lo que haga falta.


– Lo sé. Te quiero Jack.


– Y yo a ti.- Suspiró profundamente y volvió a coger aire- Deberíamos despedirnos.


– Sí.-Ambos se levantaron y retrocedieron unos pasos.


– Adiós mami.


– Adiós mamá.


– Te queremos.


– Siempre.


– Siempre.-Susurraron ambos.






Ambos niños se giraron lentamente, se apretaron con fuerza las manos y salieron corriendo. Los ladridos de los perros y el sonido de pisadas de hombres cargados con armas se acercaban al claro, pronto llegarían hasta la tumba, la cual se encontraría cubierta completamente de nieve. No conseguirían seguirles el rastro hasta dos semanas más tarde.


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