“Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá, con asombro, que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema”. Alejo Carpentier.

lunes, 9 de mayo de 2011

GANADOR (D). Seudónimo: BOLT. Autor: IRATXE ARAMBURU BARREIRO

MIENTRAS LA SELVA DUERME

La selva mientras duerme no es silenciosa, es una trampa mortal.
Recuerdo una tranquila noche de verano como tantas refugiado en mi árbol dormitando. Recuerdo ese olor húmedo y limpio de mi infancia y la sensación de que nada podría cambiar.
Los habitantes nocturnos buscan alimento aunque no todas las noches lo consigan. La serpiente voraz y sigilosa busca alimento entre las hojas; una musaraña bastaría por esta noche. El tigre, en cambio, acecha concentrado a un jabato, que no verá el siguiente amanecer. Escondido entre las hierbas intuyo al lobo compañero nocturno en esta selva sin descanso.
Me presento, soy aquél que busca algo nuevo entre tanta rutina: soy el leopardo, que finalmente caigo sin remedio en un sueño profundo.
Amanece, los rayos del sol se filtran sin prisa entre las hojas y una dulce brisa me acaricia la cara.
El pájaro charlatán despierta a todos los animales madrugadores. El mono busca fruta entre las ramas junto con su clan. Normalmente les acompaña una nube de mosquitos que de vez en cuando les chupan la sangre. Allí a lo lejos veo acercarse al pavo salvaje con sus crías; que salieron del cascarón hace tres días, pequeñas bolas de plumas que andan poco a poco uno tras otro entre la vieja senda. Conseguir alimento es un trabajo que les lleva todo el día.
Los animales ya han terminado su tarea y lentamente cada uno se vuelve a su madriguera.
Ya ha llegado la noche y noto como el frío me recorre el cuerpo y consigo oler un aroma que desconozco y poco a poco se hace más intenso. Yo lentamente me levanto de mi rama y veo como un hombre se acerca hacia mi casa, me doy cuenta de que es un furtivo y veo como a su lado de acompaña un perro, su fiel compañero.
Voy de árbol en árbol despertando a todos los animales, avisándoles de que un cazador se acerca peligrosamente a la selva. Todos corren en el mismo sentido intentando que no les coja el cazador furtivo, hay crías perdidas entre tanto alboroto.
De repente hay llamas por todas partes, una densa columna de humo nos desorienta, no consigo ver el horizonte, estoy perdido.
Siento una extraña sensación en mi nariz que me impide respirar, noto como una lágrima me resbala por el bigote. Necesito recuperar la calma, me paro unos segundos para entender lo que está pasando. Recobrado el control percibo a mi lado al mono y la serpiente. Me hago oír, no es el momento de competir entre nosotros, les esbozo una seña para que me sigan. Después de unos metros recorridos, percibo una salida allí a lo lejos vigilada por el furtivo.
El pájaro siempre soberbio e incauto sale volando y veo como de un disparo cae pesadamente al suelo. Tras él va el perro enérgico, como una bala con la presa en la boca se fija en mí. Su mirada penetrante y tranquila consigue ponerme nervioso. La pava y sus pollitos aprovechan para escapar, me aproximo al perro.

- ¿Por qué nos haces esto? Destruís una selva por cazar unos pocos animales.

- Trabajo para mi amo, soy un animal domesticado
Esta respuesta me irrita. - ¡Yo sólo quiero vivir tranquilo!
El perro no se inmuta, me doy cuenta de que no nos va a ayudar, me dirijo hacia mis compañeros.
Escapar es cuestión de elegir la estrategia adecuada, me convenzo de que somos capaces. Tenemos que trabajar juntos.
Sin embargo, el mono opta por escapar solo, va de rama en rama intentando escabullirse, lo diviso desde lejos, se balancea en una rama y en ese momento el árbol rompe y cae entre las llamas. Solo quedamos la serpiente y yo.
El perro se apiada y se dirige con cara nerviosa hacia nosotros como si nos quisiera dar una explicación – estoy dispuesto a dejar escapar a uno de vosotros-
-¡Todos o ninguno! – exclama la serpiente con aire ofendido. – Tranquila me quedaré yo, ya me las arreglaré – y me dirijo a otro lugar.
A pesar de su oferta y sin pensárselo dos veces, la serpiente se escapa, alegremente agradecida.
Ya no consigo respirara, me desvanezco en el suelo, veo a lo lejos una silueta que se va acercando lentamente a mí.
Abro los ojos y me doy cuenta de que estoy al lado del tigre y del lobo. Miro a mi alrededor y me fijo que todo está devastado. Miro hacia el frente, es el cazador que se dirige con su escopeta hacia nosotros.
Noto que no voy a aguantar mucho más tiempo y me doy cuenta de que merece la pena arriesgarse para salvar la vida de mis amigos. Me abalanzo sobre el cazador, mis amigos consiguen escapar entre tanto destrozo. Oigo un disparo, siento como corre la sangre, pero en el fondo de tanto dolor siento la alegría de haber salvado a mis amigos.

Sólo los buenos amigos se quedan hasta el final


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